lunes, 22 de febrero de 2010

CESAR BRIE, ENTRE EL TEATRO Y LOS DOCUMENTALES.


El arte del humor y de la memoria El director argentino radicado en Bolivia filmó Morir en Pando, un trabajo que hace foco sobre la masacre de campesinos ocurrida en el departamento ubicado al norte de ese país, en 2008. Antes ya había presentado Humillados y ofendidos, otro documental esclarecedor.

Por Cecilia Hopkins

Hasta hace muy poco tiempo, el argentino César Brie era estrictamente conocido como actor y director del Teatro de los Andes, el grupo boliviano que ha logrado mayor proyección en su país y en el exterior. Obras tales como Ubú en Bolivia y En un sol amarillo, tanto como sus versiones de La Ilíada y La Odisea fueron programadas en los festivales de teatro de mayor renombre de América latina y Europa. Lo mismo ocurrió con Otra vez Marcelo, pieza dedicada a la figura de Marcelo Quiroga Santa Cruz, artífice de la nacionalización del petróleo en Bolivia. Esa obra fue presentada en Córdoba, Rosario y Ushuaia, entre otras ciudades argentinas. El hecho es que, últimamente, Brie está además haciéndose un nombre como documentalista. Ahora al frente de la asociación Artes Andes Américas, alejado de la conducción del Teatro de los Andes, el director está por dar a conocer Morir en Pando, un film que hace foco sobre la masacre de campesinos ocurrida en el departamento ubicado al norte de Bolivia, en setiembre de 2008, que aún espera ser esclarecida. El estreno de éste, su segundo documental, tendrá lugar el próximo 2 de marzo en la ciudad de La Paz.

De vuelta de Italia y de paso por Buenos Aires, Brie habló con Página/12 acerca del giro que está experimentando su carrera artística: “Puedo decir que me separé del grupo que fundé porque sentí que era mejor dividirnos para que cada uno creciera con sus propios proyectos”, explica. Dueño de un estilo personal, caracterizado por la voluntad de aunar propuestas de gran refinamiento estético con temas muy cercanos a la problemática de su país de adopción, Brie suele encarar sus propuestas utilizando una técnica teatral de raíz europea, pero sin perder de vista ninguno de los aspectos de la cultura andina. La música, los ritos y las fiestas siempre encuentran eco en sus espectáculos.

Sus comienzos en el campo del cine documental fueron azarosos: sin habérselo propuesto, Brie fue testigo de la movilización campesina que llegaba a Sucre en ocasión de una visita de Evo Morales a la ciudad, en mayo de 2008. Ese día, el presidente, que por cuestiones de seguridad personal no llegó a destino, tenía la intención de anunciar la entrega de ambulancias destinadas a los sectores rurales de la región de Chuquisaca. La jornada devino en una verdadera batalla campal, dado que las fuerzas opositoras al gobierno organizaron una violenta represión que tuvo su clímax en la plaza principal de la ciudad. Allí mismo, un importante grupo de campesinos fue obligado a los golpes a arrodillarse y a insultar a su líder, mientras eran quemadas sus banderas. Estas escenas fueron registradas por Brie en Humillados y ofendidos, el documental que apenas un mes después de los hechos fue difundido en la televisión, en varias ciudades bolivianas. El equipo que acompaña al director en sus nuevas actividades es muy reducido: el editor y director cinematográfico Javier Horacio Alvarez y los músicos Pablo Brie y Manuel Estrada. El caso es que este documental, que solamente circula en versión pirata, constituye hoy un documento de peso en los juicios que se están llevando a cabo contra figuras encumbradas del ámbito político y universitario de Sucre, uno de los baluartes de la oposición al gobierno de Morales.

Luego de dar a conocer Humillados..., Brie y su equipo encararon la producción de un nuevo documental, esta vez sobre la masacre de Pando. El hilo de la investigación se apoya fundamentalmente en las contrapericias que, a pedido de Brie, realizó en Buenos Aires el médico forense de la Policía Federal Alberto Brailovsky, el mismo que resolvió el caso Carrasco. Según el director, el especialista “ha descubierto omisiones en los informes, falsas autopsias y diagnósticos equivocados, lo suficiente como para cambiar de cuajo el sistema forense boliviano, liderado por un ex torturador, y conformado por médicos corruptos que venden sus resultados, serviles al poder y al mejor postor”.

–¿Cómo se hizo Humillados y ofendidos?

–El 24 de mayo de 2008 pasaba por la plaza principal de Sucre con la camarita con que ese día había filmado a mis hijas en un acto escolar. Registré lo ocurrido, y luego investigué a fondo e hice una serie de entrevistas. Un mes después se presenté el documental, en el que se veía al rector de la Universidad, a la alcaldesa de Sucre, al presidente del consejo municipal y a senadores y diputados de la república participar de este acto de humillación al sector campesino que se había hecho presente en Sucre para recibir a su presidente.

–¿Cuál fue la reacción en Sucre al conocerse el documental?

–En un día me volví del artista que enaltecía la ciudad al argentino de mierda. Recibí llamadas telefónicas amenazándome con expulsarme de Chuquisaca. En La Paz, Oruro, Potosí, por el contrario, me volví un héroe. Cuando pasaron el documental por el canal estatal, el primer día cortaron la señal en Sucre y en Cochabamba. El segundo día quemaron los cables de las televisoras, pero lo hicieron tan mal que impidieron la señal a todos los canales menos al que pasaba mi documental.

–¿Cómo fueron los sucesos que se investigan en Morir en Pando?

–En setiembre de 2008 hubo una masacre de campesinos en Pando, el departamento amazónico de Bolivia. Luego de visitar el lugar de los hechos, volví convencido de que los habían emboscado y masacrado, dado que los campesinos afirmaban que no iban armados. Entrevisté a las familias de los muertos, recibí los informes médicos y los legajos judiciales. Pero como las autopsias resultaban incomprensibles y no coincidían con los diagnósticos, me contacté con el doctor Alberto Brailovsky, el perito de la Policía Federal que demostró que al soldado Carrasco lo habían escondido vivo, que había sido inyectado y que su agonía había sido larguísima, desesperante.

–¿Qué opinó el especialista?

–Brailovsky se apasionó con el tema y comenzó a hacer las contrapericias sin pedir un centavo por su trabajo. El resultado de su contraperitación fue contundente, ya que se descubrió que hubo falsas autopsias e informes y, en suma, un ocultamiento generalizado de las causas de muerte de las víctimas.

–¿Se pudo avanzar en el esclarecimiento de lo ocurrido ese día?

–Los cívicos de la oposición a Evo Morales habían ocupado por la fuerza instituciones públicas. Entre ellas, el Instituto de Reforma Agraria, que estaba saneando y distribuyendo tierras. Y para evitar la marcha de las columnas de campesinos que iban a realizar una asamblea, cavaron de noche dos zanjas para impedir su avance, aunque sin éxito. En la mañana del 11 de septiembre de 2008 los campesinos llegaron a la localidad de Porvenir con seis rehenes e innumerables heridos, pero fueron detenidos por la policía, rodeados, obligados a liberar a los rehenes y, finalmente, masacrados. También hubo muchos desaparecidos, hombres, mujeres y criaturas, que fueron enterrados en fosas comunes.

–¿Cuáles son las conclusiones del documental?

–A partir de lo investigado, nadie queda sin acusación: las fuerzas de choque de los cívicos, el ex prefecto y cacique de esa zona, Leopoldo Fernández, los policías, los médicos. También se critica la inacción de las fuerzas armadas y al mismo gobierno, que fomentó la fuerza de choque que, solapadamente, se mezcló con los campesinos que iban desarmados.

–¿Hay un juicio pendiente sobre estos hechos?

–Sí, y es muy importante que Brailovsky continúe con su trabajo de contraperitaje. Pero, al parecer, el jefe de la Policía Federal, Néstor Valleca, no le concede la licencia para que pueda viajar a Bolivia a realizar su informe, que ahora ha sido solicitado por el actual prefecto de Pando.

–¿Usted volverá al teatro?

–Estoy preparando una obra de teatro que se llamará Arbol sin sombra. Se estrenará en mayo próximo, en el festival Fabbrica Europa, en la ciudad italiana de Florencia. La obra parte de la masacre de Pando pero no hace una denuncia, sino que indaga a partir de las consecuencias humanas del hecho. Para denuncia están el documental y el libro que tengo intenciones de publicar.

–¿Qué tema privilegia?

–El tema de este trabajo es la ausencia. Personas que no regresan a casa: una cama fría, una mesa puesta frente a una silla vacía. La escena es un umbral, un lugar de frontera entre lo que se ve (a lo que distraídamente damos el nombre de real), y la vida que late y respira en el otro lado.

–¿Cuáles son los personajes de esta obra?

–Los muertos, que tienen voz, los ausentes son los que cuentan el dolor de los vivos. En la escena, un campesino desaparecido en la jungla boliviana puede volver a casa, decir que ha existido, besar a sus hijos, susurrar a su esposa que busque un nuevo marido.

–Usted suele decir que “el artista es alguien que nos restituye algo”...

–Sí. El artista restituye siempre la vida que vivimos a través de la belleza. Nos permite vernos en lo profundo y comprender lo que nos ocurre. Nos sacude, nos dice mentiras, ficciones que sirven para hacer más llevadera o más lúcida nuestra existencia.

sábado, 13 de febrero de 2010

Jornada en defensa de la Libertad de Expresión.


Jornada en defensa de la Libertad de Expresión
Viernes 19 de febrero a las 20hs en el IMPA, Querandíes 4290, barrio de Almagro, ciudad de Buenos Aires.

Convocatoria:

A LA COMUNIDAD DOCUMENTALISTA DEL PAÍS Y DEL MUNDO Y A TODAS LAS ORGANIZACIONES SOCIALES Y POLITICAS.

Desde DOCA (documentalistas argentinos) queremos hacer un llamado de atención a la comunidad documentalista del país y del mundo sobre los hechos acaecidos días atrás, cuando el Presidente de Colombia Sr. Álvaro Uribe ataco fuertemente en los medios de comunicación la exhibición por parte de nuestra asociación del documental FARC-EP: “La insurgencia del siglo XXI”. Estamos convencidos que este ataque a la libertad de expresión por parte de las autoridades del Gobierno Colombiano no son mas que excusas para callar la voz de los que luchamos por un lugar mejor dentro de nuestras sociedades. Los documentalistas y los artistas en general hemos aprendido con dolor que este tipo de manifestaciones sino son repelidas con fuerza y coraje dan lugar a presiones mayores que han dejado en otros tiempos cientos de artistas perseguidos e incluso asesinados.
Desde DOCA defendemos la libertad y la pluralidad de miradas sobre distintos temas sin tener que rendir cuentas a nadie salvo a nuestras propias conciencias. Eso lo saben bien muchos de nuestros colegas documentalistas que han elegido en nuestra Muestra Anual de cine un espacio para difundir sus obras, desde ella seguiremos dándole espacio a todo tipo de producciones no importa los temas, ni los nombres, ni los poderes a los que se enfrenten. Como es el caso de la compañera chilena Elena Varela perseguida y torturada por el Estado chileno por reflejar desde su documental “Newen Mapuche” la realidad del pueblo Mapuche.
Seria un error creer que este tipo de ataques son un hecho aislado, no se ataca a DOCA sino a todos aquellos que pretendemos desde el arte reflejar nuestros problemas, nuestra historia en definitiva nuestras vidas. Que el espectador para quien en definitiva trabajamos saque sus conclusiones y decida si le gusta o no una obra documental pero jamás que un Gobierno o un grupo de personas decida por nosotros.

“El arte abarca en sus divinas inspiraciones todos los elementos morales y afectivos de la humanidad: Lo bueno, lo justo, lo verdadero, lo bello, lo sublime, lo finito y lo infinito; el amor, los presentimientos, todo lo abarca con su espíritu profético, todo lo mira a través del brillante prisma de su imaginación, lo anima con el soplo del fuego de su palabra generatriz, lo embellece con los lucidos colores de su paleta y lo traduce en inefable o sublime armonía”

Esteban Echeverria.


Libertad para el arte, defensa irrestricta de las libertades democráticas y de expresión.
Ésta es nuestra lucha y convocamos a todas las organizaciones populares a adherir, convocar y concurrir a esta jornada.

Viernes 19 de febrero a las 20hs en el IMPA, Querandíes 4290, barrio de Almagro, Ciudad de Buenos Aires.

Asociación de documentalistas - DOCAAdhesiones a: info@docacine.com.ar
www.docacine.com.ar

lunes, 1 de febrero de 2010

Sin tetas no hay paraíso.




Por Diego Curubeto - pagina/12
Durante décadas, las películas que Armando Bo filmó con Isabel Sarli fueron un éxito masivo de público en la Argentina y en el mundo, con jóvenes, adultos y adolescentes ardiendo frente a la pantalla, al principio sólo hombres y después mujeres. Pero también se convirtieron en objeto de culto entre cinéfilos locales y objeto de burla entre otros. Sin embargo, ninguno de los bandos vio exactamente las películas tal como fueron concebidas. Sometidas incesantemente a la censura, mientras las versiones exhibidas perdían escenas de un riesgo desconocido para el cine argentino y hasta coherencia narrativa, el material prohibido se acumulaba en poder del director y la actriz. Ahora, finalmente, tras años de trabajo, investigación y restauración junto a Octavio Fabiano y Fernando Martín Peña, Diego Curubeto proyecta Carne sobre carne, un documental que exhibe por primera vez ese material y echa luz sobre un aspecto inesperado y fundamental del cine en la Argentina.

La culpa la tiene Krzysztof Zanussi o, mejor dicho, su ausencia. A comienzos de los ’80 yo, habiendo empezado a estudiar cine seriamente tiempo antes, me ocupaba de ver cine europeo de calidad que seguía rigurosamente. ¡A veces hasta veía películas buenas y todo! En fin, un jueves a la noche hablo con un amigo y le digo que dan una nueva de Zanussi. No recuerdo si sería un estreno, una función en el Cosmos, algún cineclub, justamente porque no fui. Mi amigo era Nicolas Sarudianski, que saboteó por completo mi propuesta diciéndome que yo era un salame total, ya que esa noche se estrenaba una de Isabel Sarli, y había que estar ahí. Lo afirmaba con tal tono imperativo como para que no tuviera sentido discutir el asunto. Corte, y estábamos en un cine de la calle Lavalle, desbordado de gente. Vimos Insaciable en la fila 4 al costado, más o menos, y fue una experiencia impactante. Durante toda la proyección el público vivía la película de una manera interactiva, en un diálogo constante –a gritos, en realidad– con la pantalla. Al final, en la escena que Isabel ve a la gente desnuda al mejor estilo de El hombre con ojos de rayos X de Roger Corman –con el rock & roll más famoso de Bill Haley como fondo musical– el cine temblaba, y muchos espectadores alucinados literalmente saltaban sobre sus butacas.

Esa fue la mayor experiencia de cine de culto de mi vida. Años después estuve en Nueva York en funciones de midnight movies de todo tipo, y no se parecía ni remotamente al estreno de Insaciable en la calle Lavalle. Luego, cuando se suspendían las horas extra vespertinas de práctica contable en el Carlos Pellegrini, podía ir y colarme a ver algún doble programa “prohibido para menores” en el cine Continental, en el barrio de Flores (creo que quedaba en la calle Carabobo). Yo me fijaba qué daban, y en general daban un western o alguna película “buena” acompañada de un film presuntamente erótico, que yo obviamente despreciaba. Recuerdo ver extasiado Los profesionales, de Richard Brooks, y también mi decepción al ver un engendro llamado Confesiones de una azafata sueca, gran título que escondía un mediocre policial todo cortado por la censura, en el que en un momento cumbre Ursula Andress aparecía en bombacha y corpiño. Una de esas sesiones incluyó un film Sarli/Bo difícil de identificar, probablemente una versión toda cortada de Extasis tropical, que venía antes de un thriller de espías con Lino Ventura que era lo que realmente me interesaba. En todo caso, lo inolvidable era que íbamos con el uniforme del Pellegrini, el acomodador nos mandaba al pullman, y cada tanto pasaba y decía: “Chicos, ¡ojo con las manos!”. Se podría decir que de alguna manera eso también fue una experiencia de cine de culto.

Pero volviendo al impacto del estreno de Insaciable –film prohibido en tiempos de Galtieri, quien, según Isabel, dijo que “había que cortarla toda, pero a lo largo”, y recién permitida en democracia–, a partir de ese momento me interesé especialmente por leer y ver todas las películas de Bo/Sarli que pudiera. En ese sentido, una retrospectiva muy completa que se dio en la sala Lugones fue muy importante, igual que el libro de Jorge Abel Martín, uno de los grandes libros de cine publicados –y lamentablemente no reeditados– en la Argentina. Recuerdo especialmente algo que me impactó: la noción de realismo de Armando Bo al filmar Sabaleros: “¡Mierda, eso quiero filmar, mierda!”, citaba Jorge Abel Martín.

En un principio me gustaban más las primeras películas, sobre todo El trueno entre las hojas y Sabaleros, las que tienen un lenguaje más académico. Pelota de trapo, que nunca vi en cine, sólo en televisión, me parece buenísima, y realmente una película de Bo, más allá de que no fuera el director. En cambio demoré en entender el estilo de Bo en películas más delirantes como Embrujada, Fiebre o Fuego, pensadas para contar una historia adaptándose sí o sí a los designios del censor de turno.

De todos modos, mi película favorita, dada mi debilidad por el western gauchesco, sigue siendo hasta el día de hoy Furia infernal. Aunque sospecho que si pudiera ver entera India –un western filmado en el Amazonas con auténticos indígenas amazónicos como actores, y que incluye efectos ópticos y sonoros totalmente avant-garde–, sería de mis favoritas. Lamentablemente la película está perdida, y sólo se puede ver lo que rescatamos en Carne sobre carne. Creo que mi escena favorita es el “baño purificador” de India, una escena virada a color, tapada con efectos tipo op art y música sinfónica grabada en reversa... ¡en 1959!

Como en esos tiempos yo aún no escribía sobre cine, pasaron bastantes años antes de conocer a Isabel Sarli. Previamente conocí a Víctor Bo. Antes de trabajar como crítico, primero estudié cine y también trabajé como técnico, incluyendo cosas como meritorio de vestuario y asistente de efectos especiales en las primeras películas que Roger Corman produjo en la Argentina. En la primera, The Deathstalker, un sword & sorcery al estilo Conan, digamos, Víctor Bo interpretaba a uno de villanos. En un momento el héroe le cortaba la cabeza, pero como había magia, el otro villano revivía su cuerpo decapitado y la lucha persistía durante casi un acto. El encargado de efectos especiales, John Carl Buechler –el de Reanimator, de Stuart Gordon–, descubrió que mi altura era exactamente igual a la de Víctor sin cabeza, así que durante toda la escena del duelo el villano decapitado soy yo.

Años más tarde, cuando Víctor Bo era productor de cine de películas taquilleras como La clínica del Dr. Cureta, le hice una entrevista para Ambito Financiero. Al final, ya terminado el reportaje, le dije que como fan del cine de su padre pensaba que sería buenísimo ver una película de antología tipo Erase una vez en Hollywood (es decir Erase una vez una teta), con las mejores escenas de las películas de Sarli/Bo, que obviamente él debería producir. Por algún motivo él descartó de plano la idea.

En los ’90, mientras investigaba y escribía el libro Cine Bizarro, que ponía el énfasis en las películas argentinas relacionadas con el tema, entrevisté varias veces a Isabel Sarli, siempre terriblemente amable y hospitalaria. Algo que me impactó de su casa era la cantidad de latas de celuloide de sus películas que uno podía ver amontonadas en distintos lugares. Y algo preocupante era que en alguna visita posterior, por ahí se veían menos pilas de latas.

Por esa época también entrevisté a Paco Jaumandreu –una persona impresionante, y tan amable que terminó ayudándome con el vestuario de un clip del grupo Los Telépatas, donde la drag queen Sir James requería un traje de novia–, que con sus historias me hizo entender un poco mejor el fenómeno Bo/Sarli.

Cuando terminé el libro Cine Bizarro, pensé que era importante que Isabel tuviera un lugar en la portada como icono del cine erótico. El libro tuvo cierta difusión fuera de la Argentina, y un día me llamó un inglés, Pete Tombs, para que me ocupe del capítulo de un libro sobre cine bizarro global llamado Mondo Macabro. El capítulo de cine bizarro argentino se llamo Meat on Meat.

Tiempo después, Pete Tombs me avisa que está haciendo una serie de documentales para Canal 4 de Inglaterra sobre el libro Mondo Macabro, y que yo me tengo que ocupar de la parte argentina a producirse en forma inminente. Para eso es indispensable entrevistar a Isabel Sarli, que me recibe en su casa para discutir los detalles. En medio de la charla, de repente veo en un rincón de su casa unas latas de película que antes no estaban, de un aspecto mucho más antiguo y maltrecho de las que había visto en visitas anteriores. Entonces cambio abruptamente de tema y le pregunto:

–Isabel, ¿qué son esas latas?

–Uh, son cosas que guardó Armando, no sabía qué hacer con ellas, las estaba por tirar. Es que me da tristeza, son los cortes de la censura que Armando logró rescatar y guardar con la idea de poder mostrarlas alguna vez en una película.

Le pregunté si eso era todo o había más. Me respondió que existía más material.

¿Mucho más?, pregunté. Bastante, dijo.

Inmediatamente opté por olvidarme de todo el asunto del Channel 4 y ocuparme de hablar con ella para buscar todo ese material y ver de hacer algo parecido a una película de antología, si fuera posible. Le conté que como espectador/fan de sus películas me encantaría ver una antología de las mejores escenas de sus films. Erase una vez...: pensar en un film similar, pero con escenas nunca vistas –salvo por los censores– sonaba mucho mejor. Igual, sin saber si eso era posible, lo imperativo era salvar ese material, y chequear qué había ahí. Les expliqué el asunto a varias personas/empresas relacionadas o interesadas en producir cine. El que respondió en términos concretos fue Javier Finkman, productor de un par de cortos míos. Octavio Fabiano y Fernando Martín Peña inmediatamente aceptaron revisar el material. Que “era bastante”: hicieron falta tres camiones para transportar unas 300 latas.

Viendo el material en moviola con Fabiano y Peña, entendimos que esas latas no sólo mostraban lo que nunca se había visto de Sarli/Bo. También explicaban cómo trabajaba la censura. Y no sólo la censura argentina sino la censura de varios lugares del planeta.

Entendiendo que un censor corta cosas con la intención de que nadie las vea nunca más, el material salvado por Armando Bo y guardado tanto tiempo por Isabel Sarli era un verdadero tesoro, y de algún modo había que armar ese rompecabezas y convertirlo en una película.

Isabel preguntaba durante meses por material específico que no aparecía. “¿Encontraron el choricito?”, preguntó durante meses. Un día, Peña lo encontró: ¡era el plano detalle de una castración!

Durante aún más tiempo aseguró que había una escena perdida muy importante de Una mariposa en la noche. Lo decía como algo muy importante. Tal como yo había comprobado en la retrospectiva de la Sala Lugones, la gente parecía no divertirse con esa película sino más bien estar burlándose de ella. Especialmente por una escena en la que Isabel toma un tren en una típica estación del campo argentino, corte, y aparece en París. Isabel insistía en que eso era muy injusto dado que la censura había cortado mucho metraje que había en el medio.

Pero pasaba el tiempo, y no había ninguna evidencia al respecto.

Un día escuché que alguien –un espectador que se burlaba del film desde su estreno– volvía a reírse del viaje en tren de las pampas a París. Ahí me di cuenta de lo terrible del asunto de la censura: primero viene el facho (censor, militar, fiscal o lo que sea) y corta una película como se le canta... Luego se la exhibe cortada, y entonces los snobs progres supercool se burlan de lo que la censura les deja ver.

La insistencia de Isabel nos hizo insistir sobre Una mariposa... Finalmente Peña apareció con un material muy malogrado, una especie de fiesta con drag queens a ritmo de rock pesado setentista. El asunto es que Isabel se tomaba un tren en las pampas para volver a la casa de su marido, y cuando llegaba lo encontraba con vestido de novia, a punto de casarse con un señor llamado Porocho en medio de una horda de travestis frenéticos (luego Víctor Bo nos contó que las drag queens eran rugbiers amigos suyos). Desencantada, recién ahí se iba a París... pero eran los tiempos de la Triple A (que amenazó de muerte a Isabel y Armando) y la escena se esfumó... hasta ahora.

¡No sólo no iba en tren a París sino que protagonizaba una de las escenas más audaces de la historia del cine argentino! Esto gracias a los milagros de montaje de Zottola, la magia de la restauración en fílmico de Stagnaro, y la insistencia de Isabel para que encontremos esa escena que estaba escondida en algún lugar de las 900 latas herrumbradas.

Supongo que además de mostrar los mecanismos absurdos de la censura y explorar la historia personal y profesional de Isabel Sarli y Armando Bo, y algunos detalles pintorescos de la industria del cine sexploitation, Carne sobre carne es una película sobre un mal universal, pero especialmente argentino: la hipocresía.

Sin profundizar tanto también revela cosas concretas: Isabel Sarli era una estrella de Columbia Pictures. En Carne sobre carne se ve un cuadro del estudio con sus principales estrellas de mediados de la década de 1970. En orden alfabético aparecen nombres como Woody Allen, Warren Beatty, Sean Connery, Robert De Niro, etcétera, hasta llegar a la S con Isabel Sarli.

¿Qué más se puede pretender de semejante diva?

Carne sobre carne va desde el jueves 4 de

febrero, los jueves a las 22 y los sábados a las 24, en el Malba, Av. Figueroa Alcorta 3415.