sábado, 26 de junio de 2010

Cine Documental y Derechos Humanos.




CINE DOCUMENTAL Y DERECHOS HUMANOS
Jueves de julio – 19:30 hs


Ciclo en ArteCinema / Espacio INCAA km3 / Salta 1620

Durante el mes de julio se exhibirán diferentes documentales sobre derechos humanos, en un ciclo organizado por DOCA y los programadores del espacio ArteCinema. En las funciones que se desarrollarán los días jueves a las 19:30 hs. cada largometraje será acompañado por un corto.


Jueves 1, 19:30hs.
Aunque me cueste la vida, 2008, 84 min.
Film inspirado en las últimas imágenes deLeonardo Henrichsen cuando filmó a sus propios asesinos el 29 de junio de 1973, previo al golpe de estado en Chile.
Realizadores: Silvia Maturana y Pablo Espejo.


Jueves 8, 19:30hs.
Palabras, 2008, 23 min.
Un relato en primera persona sobre el proceso de memoria que atraviesa una testigo en el juicio a los genocidas de la última dictadura militar. Una experiencia que amalgama dimensiones públicas y personales, de pasado y presente.
Realizadora: Ana Mohaded

ESMA / memorias de la resistencia, 2010, 70 min.
El film es protagonizado por sobrevivientes de la ESMA, el ex campo de concentración y exterminio. Su historia propone la posibilidad de resistencia aún en las peores condiciones de encarcelamiento. Esa resistencia tiene su correlato en los actuales juicios contra los represores.
Realización: grupo Boedo Films / TVPTS


Jueves 15, 19:30hs.
Acciones Colectivas, 2009, 12 min.
Un homenaje a la gesta del Cordobazo al cumplirse su 40’ aniversario. En la trama confluyen tres líneas de sentido: documentación grafica y audiovisual del pasado, crónicas de las acciones propuestas por estudiantes universitarios para esta actividad, y el encuentro deambas situaciones en un discurso que apela a la reflexión.
Realizadora: Ana Mohaded

Un arma cargada de futuro (Fatrac, la política cultural del PRT-ERP), 2008, 80 min.
El FATRAC, Frente Antiimperialista de Trabajadores de la Cultura, fue impulsado por el PRT para poner en cuestión el papel de los intelectuales en la revolución, y buscar formas nuevas de expresarse tanto en el arte como en la filosofía, la psicología y otras áreas.
Realizadores: Omar Neri, Mónica Simoncini y Ana Maldonado

Jueves 22, 19:30hs.
El patriarcado que nos parió !!!, 2009, 30 min.
El patriarcado, con sus ideas sexistas, pervive sometiendo a mujeres y hombres a sus designios. A veces como una sombra, otras como una hoguera.
Realizadora: Danila Berger

La cárcel de Bernarda Alba, 2009, 40 min.
El documental describe un taller de teatro en la cárcel de mujeres y el crecimiento artístico y personal de las internas involucradas. Se plantea un contrapunto entre los textos de García Lorca y las condiciones de la realidad para señalar las injusticias y absurdos del sistema carcelario.
Realizador: Fernando Korstanje

Jueves 29, 19:30hs.
Y Julio López? La tercera..., 2009, 10 min.
Video con motivo del segundo aniversario de la segunda (¿y tercera?) desaparición de Jorge Julio López. A más de 2 años de la desaparición del testigo clave del juicio por genocidio a Etchecolatz, el gobierno encubre, y los medios masivos naturalizan.
Realizadores: Silbando bembas

La Crisis Causo 2 Nuevas Muertes, 2006, 85 min.
El film reconstruye y analiza los hechos ocurridos en la masacre de Avellaneda, las maniobras políticas del gobierno y la manipulación de los grandes medios de comunicación.
Realizadores: Patricio Escobar / Damián Finvarb

Arte Cinema: Salta 1620, Constitución, Ciudad de Buenos Aires
Entrada: general: 6$ - estudiantes: 4$ - jubilados: 3$.

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Contacto: prensa@docacine.com.ar

Un proyecto bajo el signo del olvido


La Argentina es uno de los pocos países que no cuenta con Cinemateca Nacional ni depósito alguno bajo la órbita del Estado que esté acondicionado para guardar películas. Aquí, los entretelones de una necesidad largamente pospuesta.
Por: Daniela Kozak




Cuando vieron lo que había en ese sótano, no lo podían creer. Los dos profesores del ENERC, la escuela de cine del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), habían sido invitados a recorrer el edificio. Cuando el tour llegó al sótano, el empleado del INCAA que oficiaba de guía dijo: "Y acá está todo este material que ni sabemos qué es". Estaba oscuro, pero Fernando Martín Peña y el coleccionista e investigador Octavio Fabiano, muerto en 2003, insistieron en conseguir luces y ver qué había. Y la curiosidad se convirtió en asombro. "Se nos caían las lágrimas, casi me pongo a llorar. Un lugar enorme, con pilas de tres metros de altura, sesenta mil latas de películas amontonadas, llenas de polvo, con diez centímetros de agua en el piso", cuenta Peña. Era la colección de Laboratorios Cinematográficos Alex, que había quebrado en 1995.

"Todo ese material lo iban a tirar –explica Peña, historiador del cine y coleccionista–, iba a ir a parar a la quema, de relleno al cinturón ecológico". Pero el dato llegó al INCAA y la colección se salvó de la basura: containers repletos de latas desordenadas fueron a parar al sótano del ENERC. Cuando Peña y Fabiano lo vieron, en el año 2000, organizaron equipos de voluntarios con los alumnos. Había que abrir, una por una, las sesenta mil latas y ver qué se podía rescatar. Trabajaron durante cinco años, hasta que terminaron de clasificar todo.

La historia sorprende pero, sobre todo, ilustra un estado de cosas. Esas latas estaban ahí, olvidadas, porque en la Argentina no hay una Cinemateca Nacional, es decir, una institución pública dedicada a rescatar, preservar y difundir el patrimonio fílmico. Esta carencia se agrava aún más si se tiene en cuenta que durante 1999 el Congreso Nacional aprobó la ley 25.119, que ordena la creación de la Cinemateca y Archivo de la Imagen Nacional (CINAIN).

Estado de emergencia

El problema es que la ley nunca se reglamentó y la CINAIN todavía no existe. Ahora el INCAA anunció que la reglamentación es inminente. Si esto se cumple, la Argentina tendrá, por fin, una Cinemateca Nacional. En diálogo con Ñ, la presidenta del INCAA, Liliana Mazure, y el cineasta y delegado Organizador de la CINAIN, Hernán Gaffet (Argentina beat, 2006), contaron que ya se dio un paso fundamental. "Ya firmó (la reglamentación) la Secretaría de Cultura de la Nación, y ahora está en la Secretaría Legal y Técnica. La Argentina es uno de los pocos países del mundo que no tienen una cinemateca nacional y hay que terminar con eso", observó Mazure.

Consultados sobre las causas de la demora, Mazure y Gaffet señalan que el principal problema es la falta de conocimiento: de las autoridades, del propio gremio del cine y de la sociedad en general. Para Gaffet, "los diez años de demora tienen que ver con el desconocimiento y quizás, en algunos presidentes del INCAA anteriores, falta de iniciativa, no haber considerado esto una prioridad. En la Argentina no hay cultura de preservación, tenemos que explicar de qué se trata".

Gaffet trabaja en el INCAA desde el año pasado, convocado como representante de la Asociación de Apoyo al Patrimonio Audiovisual (APROCINAIN), una entidad sin fines de lucro formada en el año 2000 para impulsar la creación de la CINAIN. En estos años, APROCINAIN emprendió una importante tarea de rescate: ayudó a clasificar la colección del sótano del ENERC, rescató negativos originales, hizo más de cien copias nuevas y preservó largometrajes en riesgo.

Pero el deterioro es muy grande. En su momento, la ley había declarado el estado de emergencia del patrimonio fílmico nacional, ya que el 90% del cine mudo y el 50% del cine sonoro argentino estaba perdido; y el proceso de destrucción no se detuvo. Como no existe un lugar adecuado para dejar las películas en resguardo, muchas quedan en los laboratorios. Pero éstos tienen una capacidad limitada, y como no es su función, no siempre las guardan en condiciones óptimas. Así se ha perdido o arruinado mucho material.

Con las películas anteriores a los años 50 la situación es crítica, porque el soporte de esa época era el nitrato de celulosa: un material inflamable. El 8 de enero de 1969, el depósito de nitrato de Alex (en el 2250 de la calle Dragones) se incendió, y se perdieron muchísimos negativos originales. "Toda la producción del estudio Lumitón, por ejemplo, estaba ahí. Los originales se perdieron, y sólo quedaron copias", explica Peña. Con los años, también se perdieron los negativos originales de películas emblemáticas como La guerra gaucha (Lucas Demare, 1942) y Las aguas bajan turbias (Hugo del Carril, 1952). En ambos casos quedan negativos de preservación (copias hechas a posteriori), pero no siempre están bien cuidados.

"El negativo de preservación de Las aguas bajan turbias lo hizo Hugo del Carril y estaba en Alex. Si no lo hubiéramos encontrado en el sótano, se habría perdido también", cuenta Peña. Cuando se habla de pérdida, los especialistas se refieren a los negativos originales. Los formatos digitales, explican, sirven para difundir, pero no para preservar. "No existe ningún soporte digital que pueda resistir tanto como el fílmico, que en buenas condiciones dura más de cien años", explica Gaffet.

Pero no todo está perdido. Parte del patrimonio fílmico nacional está en organismos públicos como el Archivo General de la Nación, el Fondo Nacional de las Artes, el INCAA y el Museo del Cine de la Ciudad de Buenos Aires. El problema es que ninguno de ellos tiene como misión principal preservar, restaurar y difundir el acervo audiovisual, y como los costos son altos, en la práctica esa tarea queda relegada. La preservación es cara y complicada: se necesitan bóvedas especiales, con condiciones controladas de humedad y temperatura. "Hoy no hay ningún depósito bajo la órbita del Estado que esté acondicionado para guardar películas", señala Gaffet.

Las grandes productoras de antaño, como Argentina Sono Film y Aries, conservan casi todos los negativos de sus producciones y también existen archivos privados como Cinemateca Argentina, Filmoteca Buenos Aires y los de ciertos canales de televisión. Algunos guardan las películas en mejores condiciones que otros, pero todos tienen el mismo problema. "La conservación es muy cara y no la puede sostener un privado solo, porque es imposible mantener una rentabilidad, ningún museo es rentable", observa Peña, también titular de la Filmoteca Buenos Aires. Cuando finalmente exista, la CINAIN ofrecerá a otros archivos públicos y privados la posibilidad de depositar en resguardo sus colecciones, en bóvedas adecuadas para conservarlas.

Contra el deterioro irremediable

Para la Unesco, las imágenes en movimiento son una expresión de la personalidad cultural de los pueblos. Por su valor educativo, cultural, artístico, científico e histórico forman parte del patrimonio cultural de una nación. Por ello, los estados deben tomar medidas para garantizar la conservación del patrimonio fílmico, del mismo modo que se protegen otros bienes culturales.

La CINAIN comenzó a gestarse en 1993, cuando la Unesco hizo un llamado mundial para preservar las imágenes en movimiento, e invitó al cineasta Fernando "Pino" Solanas a impulsar el tema en la Argentina. Solanas y Julio Raffo –hoy legislador porteño– redactaron la ley, asesorados por Fabiano, Peña y Gaffet. El proyecto se basó en las experiencias de otros archivos públicos y privados, locales y extranjeros. La ley 25.119 se sancionó por unanimidad en junio del 99, fue vetada por el entonces presidente Carlos Saúl Menem y vuelta a sancionar en septiembre de ese año.

Según el texto, la misión de la CINAIN es recuperar, restaurar, mantener, preservar y difundir el acervo audiovisual nacional y universal. Para ello necesita, entre otras cosas, un depósito adecuado para guardar películas. Mazure y Gaffet señalan que la intención es construir un espacio nuevo en lugar de acondicionar uno existente. Además, Mazure y la directora del Museo del Cine de la Ciudad, Paula Félix-Didier, confirmaron que evalúan construir un depósito conjunto. "Estamos en conversaciones, porque tanto el Museo del Cine como la futura CINAIN necesitan un buen espacio para guardar las películas, en un terreno grande, alejado y acondicionado sólo para eso", explica Mazure. Pero una cinemateca no es solamente un depósito de películas, sino que debe estar abierta al público. "Debe brindar servicios a estudiantes e investigadores, restaurar material y difundirlo", señala Gaffet. Por ello, la ley prevé que tenga una sala de cine y un centro de documentación. Además, deberá formar especialistas en preservación.

Una vez que se complete la reglamentación de la ley, la CINAIN podrá adquirir el edificio donde va a funcionar y empezar a trabajar en el rescate del patrimonio fílmico. "Necesitamos una Cinemateca Nacional con presupuesto suficiente para revertir el proceso de deterioro que sufre el acervo audiovisual argentino desde siempre", señala Peña. La Argentina ha tenido, desde la época de los estudios, una de las cinematografías más dinámicas de la región. El Estado ha invertido en la producción de cine desde 1947, pero no se ha ocupado de preservar las películas que ayuda a producir. "Esto es una prioridad –observa Gaffet–. ¿Para qué fomentamos la producción si después no la cuidamos?".


El modelo mexicano

La Argentina es un caso raro. Aunque nuestro cine cumplió cien años en 2009, y es uno de los más importantes de la región (junto con el mexicano y el brasileño), todavía no tenemos una Cinemateca Nacional que se ocupe de preservar el patrimonio fílmico. Incluso países vecinos con cinematografías más pequeñas tienen cinematecas públicas: la Cineteca Nacional de Chile, el Archivo Nacional de la Imagen del SODRE en Uruguay. En Brasil, la Cinemateca Brasileira fue incorporada al Gobierno Federal en 1984. Y México tiene dos importantes archivos fílmicos públicos: la Filmoteca de la UNAM, creada en 1960, y la Cineteca Nacional, fundada en 1974. En la última entrega de los Ariel –los premios del cine mexicano–, la Cineteca Nacional de México recibió el Ariel de Oro en reconocimiento a su labor en materia de conservación, preservación y restauración del patrimonio fílmico. Ñ estuvo allí, dialogó con el director de la institución, Leonardo García Tsao, y recorrió las impresionantes instalaciones de la Cineteca en el barrio de Coyoacán, en el sur del Distrito Federal. Visitar la Cineteca es un verdadero paseo. Ubicada desde 1984 en un complejo multisala, cuenta con ocho salas modernas y un centro de documentación e información muy completo, con libros, revistas y recortes periodísticos sobre cine. Además, hay cinco bóvedas que cumplen con las recomendaciones de la Federación Internacional de Archivos de Films en cuanto a seguridad, humedad y temperatura. Ñ recorrió las bóvedas junto con la directora de Acervos, María Angeles Sánchez, que entró allí con campera para protegerse del frío de los aires acondicionados. En las primeras cuatro bóvedas, la Cineteca guarda 14.725 largometrajes en fílmico, además de cortos. Son miles de latas, rotuladas y ordenadas en modernos anaqueles que permiten aprovechar el espacio al máximo. En la quinta bóveda, hay una videoteca y una importante colección iconográfica: más de 330 mil piezas entre afiches, carteles, fotografías y diapositivas. Consultado sobre el estado de preservación del patrimonio fílmico mexicano, García Tsao explicó: "Del cine sonoro son muy pocas las películas que ya están perdidas para siempre. Al menos entre los clásicos, no conozco de casos que diga esa copia ya desapareció, ya no existe más. Pero el cine mudo mexicano se perdió casi en su totalidad. Se calcula que existe un 3% de lo que se filmó, mucho menos que el estándar". Con 163 empleados, la Cineteca ofrece sus servicios tanto a investigadores especializados como al público en general y realiza además exposiciones, conferencias, presentaciones de libros, edición de publicaciones e investigación. Para García Tsao, el reconocimiento de los premios Ariel fue muy importante. "Mucha gente piensa que sólo somos salas que exhibimos cine de arte, pero ignora las cinco bóvedas donde se preserva el material, y yo quise subrayar ese elemento, que realmente lo más importante de la Cineteca es la preservación". Un verdadero ejemplo a seguir.
D.K.

lunes, 7 de junio de 2010

SE PROYECTA EN BUENOS AIRES EL DOCUMENTAL QUIEN DIJO MIEDO. HONDURAS DE UN GOLPE.



“Fuimos testigos de una lucha pacífica admirable”
La directora hondureña Katia Lara registró la resistencia de buena parte de la sociedad de su país y la represión desatada por los golpistas. “Nunca había vivido una experiencia de vida tan fuerte”, subraya la documentalista, que se encuentra exiliada en la Argentina.

Por Oscar Ranzani

El 28 de junio de 2009, la documentalista hondureña Katia Lara se calzó su cámara al hombro y registró la resistencia de buena parte de la sociedad de su país que salió a las calles a defender el gobierno democrático de Manuel Zelaya. Como es de público conocimiento, ese día se produjo el golpe de Estado, y Roberto Micheletti, diputado del Partido Liberal (el mismo al que pertenece Zelaya), asumió el gobierno de facto y desató una crisis institucional de enormes dimensiones. Y a la vez, tuvo un generalizado rechazo de la comunidad internacional. Después de décadas de democracia en Latinoamérica, ese día en el que Zelaya había llamado a una consulta popular para saber si el pueblo hondureño aceptaba la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente que permitiese analizar la reforma de la Constitución de su país, el resto del continente puso los ojos en Honduras, con el recuerdo intacto del tremendo daño que causaron las dictaduras militares en la región. Lara filmó las distintas manifestaciones y todo el proceso político y social de Honduras hasta que Micheletti le entregó el mando a Porfirio Lobo, tras haber resultado ganador de unas ilegítimas elecciones presidenciales que fueron cuestionadas por gran parte del arco político de América latina. El resultado de su trabajo es Quién dijo miedo. Honduras de un golpe, documental de casi dos horas de duración que se exhibirá hoy (lunes 7) a las 19.30 en el Espacio Incaa Km 0 Gaumont (Rivadavia 1635), con entrada gratuita, y con el apoyo del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales.

Lo ocurrido desde que Micheletti usurpó el poder hasta el abandono del país por parte de Zelaya, pasando por los intentos de regresar a su tierra y su refugio en la Embajada de Brasil durante cuatro meses, está documentado en el film de Lara, actualmente exiliada en Argentina. Quién dijo miedo... es un valioso –y valiente– testimonio filmado en el mismo momento en que sucedieron los hechos y, en rigor, el primer material audiovisual que se conoce en Argentina desde el lado de la resistencia. El documental también pone el foco en el disfraz de la dictadura que fabricaron los medios afines a Micheletti, y a través de sus imágenes, puede verse la feroz represión desatada y las detenciones ilegales que cometió el régimen en un clima de incipiente fractura institucional.

“Hacer esta película y que tenga repercusión fuera de Honduras se puede volver un escudo para los que hemos trabajado en el documental. Y yo tengo la esperanza de que eso, lejos de alejarme de la posibilidad de volver, me permita regresar a mi país”, señala Lara en la entrevista con Página/12. La directora reconoce que, previamente a este trabajo, no había tenido “una experiencia de vida tan fuerte como ésa”. La documentalista también admite que su trabajo fue muy arriesgado: “Había mucha incertidumbre: en general, de lo que podía pasarle al país, y también, en particular, en cada marcha no sabía si iban a reprimir o no, si eran ciertos los rumores de que Zelaya venía”. Lara recuerda que vivió situaciones muy dolorosas como el hecho de estar en los entierros de los compañeros asesinados, pero también hubo lugar para experiencias felices como, por ejemplo, “una victoria muy pequeña como la liberación de detenidos ilegales, o también un gran concierto que logramos organizar y que se llamó Voces contra el golpe”, comenta.

–¿Por qué el llamado a plebiscito que propuso Manuel Zelaya para reformar la Constitución desencadenó el golpe de Estado? ¿Qué había en juego?

–Estaban en juego los intereses de empresas privadas, de los sectores más conservadores del país. Había en juego un interés geopolítico de Estados Unidos sobre el territorio hondureño. El tema de que Zelaya quería la reelección y que buscaba consultar a la población sobre la Asamblea Constituyente fue un pretexto de los golpistas. Zelaya concretó la adhesión al ALBA, las negociaciones de petróleo con Venezuela, el aumento al salario mínimo, el seguro social para las empleadas domésticas y para los jubilados. Toda esa serie de reformas que él estaba haciendo les dieron pie a las empresas privadas y a la gente que detenta el poder económico en el país para pensar que la consulta iba a ser un éxito y que el resultado de la encuesta iba a ser un “sí” a la Constituyente. Y en verdad, esa Constitución se podía modificar y el trabajo que venía haciendo el movimiento popular por la Constituyente desde 2003, podía llegar a ser una realidad con el acompañamiento de Zelaya. Y a eso le tuvieron miedo.

–¿Qué cambios visualizó Zelaya para el futuro político de Honduras?

–Si se las compara con otros tipos de propuestas sociales fueron reformas pequeñas. Por ejemplo, él nunca propuso una reforma agraria. Eran medidas importantes pero dentro de un gobierno que se puede calificar como progresista. Las reformas que proponía para la Constitución incluían terminar con el monopolio de las decisiones que tiene el Congreso Nacional. Es un poder que tiene mucha fuerza. Ellos eligen a las autoridades del Ministerio Público, del Tribunal Supremo Electoral, del Consejo Superior de Cuentas. O sea, tienen en sus manos mucho poder centralizado. No hay democracia en esas decisiones. Por otro lado, uno de los puntos que se tocaban era el tema de la reelección. Básicamente, el conflicto en torno de la propuesta de la Constituyente se volvió muy grave porque en la Constitución hondureña hay algunos artículos que la misma Carta Magna señala que no pueden ser modificados ni a través de un referéndum, ni plebiscito, ni nada, y que quien intente modificarlos comete delito de traición a la Patria. Siempre se acusó a Zelaya de querer cambiar esos artículos pétreos. Nosotros les decimos pétreos porque son inamovibles. En principio, al movimiento popular, a la gente más progresista le pareció que una Carta Magna no puede tener un artículo que indique que no puede ser modificada. No se puede pensar que una sociedad se rija por un documento de la década del 80 y que así vamos a seguir toda la vida. Entonces, básicamente, eso fue lo que hizo roncha, porque uno de los artículos pétreos de la Constitución habla del tema de la reelección. Y como en América latina se están viviendo una serie de cambios y se han realizado en otros países Asambleas Nacionales Constituyentes y eso ha permitido que algunos presidentes pudieran ser reelegidos, se asustaron. Pensaron que ésa era toda la motivación de Zelaya.

–¿Cuánto apoyo popular tuvo Zelaya? ¿Hubo una sociedad dividida?

–Es difícil hablar de cifras, pero no hay dudas de que la sociedad hondureña está dividida en un cincuenta y cincuenta.

–El golpista Roberto Micheletti era diputado desde hacía 25 años; en teoría, era un hombre que debería haber valorado la democracia.

–Eso se explica porque hay una base legal: es esta misma Constitución que queremos cambiar la que permite ese continuismo. También está el bipartidismo: este reparto del poder que un año le toca al Partido Nacional, y el siguiente, al Partido Liberal. Son los mismos dueños del poder que se turnan y que controlan el Congreso desde hace años. Entonces, ese bipartidismo que estamos tratando de combatir, ha permitido que un diputado se reelija, se reelija...

–¿Cómo analiza la labor del Frente Nacional de Resistencia contra el golpe?

–Realmente, ha tenido una lucha pacífica admirable. Yo estaba cansada y no entendía cómo los compañeros tenían la energía para salir todos los días. Imagínese que durante seis meses salen a marchar y los reprimen, salen a marchar y los reprimen, y está todo el tiempo así. También es admirable la forma en que se cohesionaron, porque el Frente incluye sectores diversos. Dentro del mismo, se pusieron a consensuar en una crisis tanto liberales como gente del movimiento popular que, por ejemplo, apoyaba la candidatura independiente de Carlos H. Reyes. El era el único con una candidatura independiente que iba a presentarse en las elecciones del año pasado, y se integró a la resistencia en un ciento por ciento, al igual que otros líderes de organizaciones culturales, indígenas, sindicales, campesinas, etcétera. Lo notable es cómo lograron consensuar durante tanto tiempo, en crisis y bajo militarización y represión, para avanzar en la lucha hasta lograr un triunfo definitivo: evidenciar a los hondureños que las elecciones eran otro show mediático para legalizar el golpe de Estado. Hubo un 62 por ciento de abstencionismo. Y eso hay que darlo a conocer. Los hondureños saben que Porfirio Lobo llegó al poder con las urnas militarizadas, sin observadores internacionales en las elecciones. Todo ilegal. Entonces, la gente no fue a votar: no creía en esas elecciones. Cuando digo la gente, me refiero a la mitad de la población.

–¿Qué opinión le merece el rechazo de varios presidentes latinoamericanos al golpe de Estado?

–Aparte de ser muy bueno, es una muestra de que dan resultado esas nuevas alianzas que se están creando, que es posible tener un bloque de países que ya no quieren estar sometidos a los imperios. Y eso evidencia que se puede sostener una lucha porque ha servido mucho el respaldo internacional. Es muy positivo que se sostengan Argentina, Brasil, con tanta fuerza, condenando el golpe y ahora sin reconocer al nuevo gobierno. Además, esperamos que esa política se mantenga, que no den el brazo a torcer porque la presión debe ser terrible. Y que la lista de 22 países que han reconocido al gobierno de Porfirio Lobo, no suba más.

–¿Cómo observa el rol del gobierno de Obama en relación con el golpe en Honduras?

–Ellos empezaron condenando el golpe de Estado. Y la población hondureña (y creo que también el mundo) esperaba que eso tuviera un reflejo en las relaciones económicas con Honduras, que eso debilitara la economía e hiciera reflexionar al gobierno de facto para que la situación fuera más proclive a encontrar una pronta solución. Yo diría que eso pensábamos los más ingenuos, incluso hasta el segundo mes del golpe de Estado. Después, nos dimos cuenta de que no, de que era lo que siempre hacen los norteamericanos: no les podés creer. La prueba de su hipocresía fue el acuerdo que promovieron: finalmente EE.UU. habilitó al gobierno de facto para que el proceso electoral se diera. Ellos promovieron la firma de un acuerdo que decía precisamente que ambas partes (es decir, Zelaya y Micheletti) se comprometían a volver a la situación previa al golpe de Estado, lo cual implicaba restituir a Zelaya. Sin embargo, los golpistas no lo hicieron. Tampoco formaron la Comisión de Reconciliación Nacional ni la Comisión de la Verdad. Se pasaron todos esos meses con el presidente refugiado en la Embajada de Brasil y con dilaciones porque su objetivo era llegar a las elecciones. Y al final, el gobierno de Estados Unidos dijo: “Vamos a reconocer las elecciones”. Esto es como todas las acciones en América latina: ellos cuidan sus intereses y siempre hay un plan preconcebido.

–¿Cómo es la historia de los desaparecidos en Honduras y qué rol jugaron los responsables de los crímenes de lesa humanidad en el golpe al gobierno de Zelaya?

–El símbolo de esa vinculación y el responsable de los desaparecidos en la década de los 80 es Billy Joya. Durante el gobierno de facto de Micheletti, fue asesor de seguridad. Y Joya, junto con otros militares, fue el fundador del famoso Escuadrón 316 que se formó en los años ‘80 y al que se le atribuyen el asesinato y desaparición de 186 personas. Esos son datos de Cofade, una organización que existe desde esa década y que ha estado luchando para que no haya perdón ni olvido para esta gente. Billy Joya tiene un juicio pendiente ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Si usted entra a Google y pone “Billy Joya”, se va asustar. A nosotros nos anduvo persiguiendo para que le hiciéramos unas cortinas para un programa de radio. Se viste super bien, tiene seguridad privada... Es un tipo que anda en la calle y ¡asesinó gente! Y cuando se da el golpe de Estado, ¿qué hace Micheletti? Llama como asesor de seguridad al señor Billy Joya. Eso resume un poco cómo esas fuerzas, que actuaban en los años ‘80 y que uno pensaba que fueron de otra época, ahí están. Y siguen actuando. Y además ligados a un montón de negocios turbios en Honduras como el narcotráfico y el lavado de dinero.

fuente: pagina/12