jueves, 14 de octubre de 2010

Se estrenó el film de Tristán Bauer sobre el Che Guevara.



Revoluciones de un hombre nuevo:

La voz firme y grave recita el poema Los heraldos negros de César Vallejo, mientras en la pantalla se suceden imágenes de una lluvia de napalm que incendia casas y campos vietnamitas. Desde la cinta de un viejo grabador Ernesto Che Guevara deja este y otros poemas a modo de despedida, para su esposa Aleida March. Así, el documental Che, un hombre nuevo, del realizador Tristán Bauer, comienza el recorrido por la vida de la figura política más influyente de la historia latinoamericana del siglo XX.
Con la narración del propio Bauer, que sostiene su trabajo en los largos años de investigación invertidos y, aunque no lo diga explícitamente, el logro de vencer algunas voluntades recelosas que retacean el voluminoso banco de secuencias fílmicas y fotográficas inéditas; el hilo conductor se centra en la condición humana y los enormes sentimientos de amor del Che que se respiran en los documentos escogidos.
Ver a Guevara en colores, su presencia en un palco de la Plaza Roja ante un imponente desfile militar o el lento paneo sobre el cuerpo inerte en una pileta de lavar en Valle Grande, le dan mayor fuerza y dramatismo para un público que encontrará, a partir del próximo 7 de octubre, un modo de contar la historia del Che con rigor histórico e inocultable admiración sobre su vida.
Las escenas hasta hoy desconocidas, las tomas de los textos que siguen el dibujo de la diminuta caligrafía de Guevara, los pensamientos plasmados en una multiplicidad de escritos que lo retratan más allá del guerrillero combatiente, sirven a la intención de mostrar a un hombre especial o de “otra galaxia”, como declaró Bauer en una entrevista.
El Che ha sido un agudo estudioso del capitalismo y el socialismo, algo que le permitió ser implacable con el primero y crítico del segundo. La pesquisa de Carolina Scaglione nos brinda también el libro que estaba preparando en Praga, tras su malograda participación en la lucha armada africana (“es la historia de un fracaso”, reconoce en sus Pasajes de la Guerra Revolucionaria – Congo). En esos papeles, publicados hace un par de años en La Habana, se adentra en el estudio crítico de la Nueva Economía Política (NEP) de Vladimir Lenin y vislumbra el declinar de la Urss en un retorno al capitalismo. Incluso, en esta etapa que va desde su salida incómoda del Congo a su ostracismo en la embajada cubana en Checoslovaquia, Bauer logra captar y transmitir al Che en toda su dimensión humana, lleno de contradicciones y en la profunda soledad que le ha producido la lectura pública que hace Fidel de su carta de partida. En ese instante, la narración llega a un punto inesperado de ese Guevara que se forjó a sí mismo, con dureza en acción y convicción: está a medio camino “del burgués que añora el hogar” y el revolucionario que quiere volver a la lucha, reflexiona. El recorrido de la película alcanza momentos de sublime efervescencia con la composición de más retratos de la guerra en Vietnam, los abusos de las tropas estadounidenses y la palabra sonora del Che condenando al imperialismo.
Si de algo carece esta obra, es de tiempo. En tan sólo dos horas es imposible e injusto tratar de condensar una vida tan plena y fecunda. Faltan retazos importantes. Aquellos que expliquen por qué, como dice Ernesto Guevara en su rol de ministro de Industrias de Cuba, la isla no alcanzó a industrializarse para dejar la dependencia del monocultivo de azúcar en que se empeñó aún más luego de su partida, para acabar dependiendo en demasía de ese producto que intercambiaba por bienes de consumo producidos en el Campo Socialista.
También falta resolver qué lleva al Che, menos de un mes después de regresar a La Habana luego de su duro discurso de Argel (aquel en el que reclama solidaridad más efectiva de las potencias socialistas para con los pueblos que luchan por su liberación), a abandonar todos sus cargos de relevancia en la revolución, salir de Cuba hacia África y regresar en silencio para salir de modo definitivo para Bolivia. Hay un aire frío, medias sonrisas y una Aleida cabizbaja en las fotos. Ese momento deja al espectador con un vacío incómodo.
De todos modos, el mensaje final queda asegurado y debería ser el eje convocante para no dejar de verla: el hombre nuevo sólo puede ser como el Che.

Por Diego M. Vidal
cultura@miradasalsur.com

1 comentario:

Monica dijo...

estoy viviendo en Buenos Aires Recoleta y queria saber cuando se estrenaba en los cines de aca.. sin duda no me la quiero perder