martes, 7 de abril de 2009

Santiago Álvarez. Poeta de la imagen revolucionaria


“El cine no es solo cuestión de estilos, o formas expresivas, es también un problema ideológico. Sin una consecuente toma de posición frente a estos problemas no habrá jamás una verdadera obra revolucionaria y puesta al servicio de las causas más progresistas de la humanidad”
Cuando Fidel Castro llegó al poder en 1959, Cuba ya contaba con una historia cinematográfica local, lo que la hacía ver como un referente para el continente. No obstante fue con la creación del Instituto Cubano del Arte y de la Industria Cinematográfica (ICAIC) que la políticas relacionadas con lo audiovisual empezaron a tener peso dentro del emergente estado comunista. Es por esta época que el director Santiago Álvarez regresaba a la isla después de un largo periodo en los Estados Unidos, dónde además de realizar diversos trabajos empezó a sentirse atraído por el cine. Sus inicios creativos datan de los años 50, cuando hizo parte de la emisora CMQ. Años más tarde sus trabajos se plasmarían en el Noticiero ICAIC latinoamericano, telediario fundado y presentado por él.

Las agilidad en el montaje y el uso creativo pero contundente de la música en sus trabajos, hicieron de Álvarez uno de los principales realizadores cubanos durante la segunda mitad del siglo XX. Su estrecha relación con el cantante Benny Moré, hacen que su reportaje sobre la muerte de éste último sea un verdadero ejemplo de la capacidad creativa del documentalista: “Cuando muere hago ese noticiero. Uso la música, su música, con una intención narrativa y de montaje que nunca antes había hecho. Fijo resortes de lenguaje, descubro valores de la banda sonora, me doy cuenta que no sólo la imagen es importante, empiezo a combinar, a montar, para lograr asociaciones. Recibí algunas críticas en ese momento, pero sentía que había algo nuevo, diferente” (1). Su trabajo consistía en la presentación de diversas imágenes de archivo del músico, las cuales se entrelazaban con los rostros tristes del público lamentaba la desaparición de su ídolo.

Sus trabajos, cada vez más arriesgados, demostraban que Santiago Álvarez era partidario de la revolución, y que el cine podía ser una herramienta con la que se pudieran difundir los ideales propios del régimen. Frente a esto el artista comenta: “El cine no es solo cuestión de estilos, o formas expresivas, es también un problema ideológico. Sin una consecuente toma de posición frente a estos problemas no habrá jamás una verdadera obra revolucionaria y puesta al servicio de las causas más progresistas de la humanidad (..) La información se ha convertido en un arma “ y finaliza “Realizada en las difíciles circunstancias de países dominantes, ocupados o dependientes, estas obras serán vistas hoy y mañana como una muestra de cultura militante” (2).

Durante la década del 60, Cuba paso de ser un país tercermundista aislado, a convertirse en una amenaza para el sistema de los Estados Unidos, la crisis de los misiles y el apoyo reiterado a las políticas de la Unión Soviética, dejaban en claro que la incipiente nación estaba en boca de todo el mundo. Por su parte, Álvarez continuó realizando cortos documentales en los que exponía toda su inconformidad con las políticas externas y daba un apoyo directo al régimen de Castro. Es por estos años que realiza dos importantes trabajos para el cine documental: Ciclón (1963) y Now (1965). Ambos creados a partir del montaje de imágenes de archivo armonizados con impactantes bandas sonoras.

Álvarez, en el ojo del Ciclón
Ciclón, surge de la necesidad de representar el paso del huracán Flora por la isla. Sus imágenes, tomas gran parte del archivo del ICAIC, narran de manera cercana pero respetuosa la llegada desprevenida del fenómeno natural. Juan Antonio García Borrero en el libro cine Documental en América Latina hace una precisión acerca de este filme “Su mirada se centra en un aspecto de la tragedia humana, pero no es el morbo nacido de la observación distante e insensible del espectador la que determina la eticidad última sino en todo caso, el compromiso personal de quién se sabe parte de la afectación” (3). Esta obra consigue ascender dentro del escalafón de trabajos documentales en todo el mundo, poniendo a la isla en un lugar preferencia para críticos y documentalista de renombre como Agnés Vardá y Joris Ivens.

La puesta en marcha de la reforma agraria por parte de Castro, es utilizada en los primeros minutos del documental, en dónde Álvarez hace alusión al progreso en la industria y en la agricultura, además de un crecimiento de la infraestructura aérea y marítima, todo esto lo va narrando una voz en off. Hombres trabajando en inmensas factorías y mujeres recogiendo la cosecha de algodón y tabaco se congelan, construyendo un meta discurso a cerca del detener en el tiempo.

Conforme se adentra al documental es palpable la tragedia vivida por aquellas personas. Se ve de manera clara la proximidad del ciclón, que no sólo es representado a través de gráficos, sino por imágenes reales de la llegada del ciclón a la isla y la manera en que el fenómeno avanza. No obstante, estas imágenes se entrelazan con otras que muestran la rápida acción de las autoridades, en las que Fidel es participe. Se hace una mirada general de lo ocurrido, plasmado en la destrucción de los sembrados, la muerte de centenares de reses y personas que, paradójicamente, yacen en la tierra en la que trabajaban. Al finalizar, en la mirada de los niños se ve la magnitud del desastre, pero a su vez se da entender que serán ellos los responsables de reconstruir su entorno.

Álvarez se convertía en un verdadero icono de la industria del documental cubano. Junto a él, directores como Jorge Fraga, Roberto Fandiño y Fausto Canal comienzan la creación de diversas piezas audiovisuales que surgen en el mejor momento por el que atravesaba el nuevo cine cubano.

NOW. La denuncia en un videoclip
La versatilidad de Santiago Álvarez se ve reflejada nuevamente en una producción que se convertirá en la mejor manera de denunciar los abusos cometidos por las autoridades en contra de los ciudadanos de raza negra en los Estados Unidos. Este trabajo, además de utilizar el montaje como medio narrativo, fija sus bases en la banda sonora interpretada por Lena Horne, y que además le da un gran sentido al discurso antirracista que busca el autor.

Las imágenes del inicio muestran a la policía en plena acción, sin embargo, con el uso creativo de la música, su operación se traduce en una danza ridícula y llena de ineptitud. Este tipo de discurso, reafirman el interés del director en centrar sus trabajos desde perspectivas políticas y sociales. O cómo lo describe Juan Manuel Valdés Rodríguez en el diario El Mundo: “Now es una voz de la lucha contra la discriminación racial, demanda de acción inmediata en esa batalla a la que se unirían, de estar vivos, las grandes figuras de los fundadores de la nación, Jefferson, Washington, Lincon, que urgen a la acción real de los principios democráticos, base de la constitución de la nación” (4).

Conforme avanza el documental, Álvarez revela una serie de imágenes que demuestran la violencia y las torturas a las que han estado sometidos los ciudadanos de raza negra en los Estados Unidos. Llama la atención, aquellas en que sus protagonistas son los niños, pues en sus rostros se marcan las señas de la violencia en su contra. Una de las imágenes más impactantes es la ira que refleja un niño en su cara y que acompaña con sus puños cerrados. Este trabajo es, sobre todo, un modo de protesta en contra de aquellas políticas discriminatorias y racistas, por las que atravesaba el mundo durante la primera mitad del siglo XX.

Finalmente, la aparición de la palabra NOW con disparos sobre una superficie y como cierre del documental podría leerse como un meta discurso en el que el autor propondría una respuesta similar para frenar la violencia contra la población afroamericana. Álvarez hace una reflexión acerca de este tema: “En una realidad convulsa como la nuestra, como la que vive el tercer mundo, el artista debe autoviolentarse, ser llevado conscientemente a una tensión creadora. Sin preconcepto, ni prejuicios, sin plantearse rebajar el arte ni hacer pedagogía, el artista tiene que comunicarse y contribuir al desarrollo cultural de su pueblo” (5).

Fue tal la importancia de este trabajo, que fue galardonado con el Primer Premio Paloma de Oro, Leipzig 1965.

En general, los trabajos realizados por Santiago Álvarez, han dado en las nuevas generaciones de directores un aire artístico y de creatividad, dónde la posibilidad de plasmar la realidad no se limita a entrevistas o seguimientos continuos a personajes. El montaje cobra importancia y la música es valorada de igual manera. A pesar de haber incursionado en el cine a una edad avanzada, Álvarez dio los mejores ejemplos de versatilidad y creación en el documental cubano en el mundo.

“Arma y combate son palabras que asustan, pero el problema es compenetrarse con la realidad, con su pulso… y actual (como cineastas). Así se le pierde el miedo a las palabras cargadas de contenido peyorativo, en las que muchas veces el creador se enajena” (6).

Algunos de los trabajos de Santiago Álvarez, entre ellos Now, están editados por el sello Other Cinema en un DVD que lleva por título He Who Hits First, Hits Twice.

(1) Paulo Antonio Paraguaná, Cine documental en América Latina (Madrid, Cátedra Signo e Imagen, 2003) p. 159
(2) Octavio Getino, Susana Velleggia, El cine de “las historias de la revolución” (Buenos Aires, Grupo Editor Altamira, 2002) p. 78
(3) Paulo Antonio Paraguaná, Op. Cit., p. 160
(4) Rafael Acosta de Arriba, Cien años del cine latinoamericano 1896-1995 (La Habana, Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, 1995) p. 201
(5) Santiago Álvarez, “Motivaciones de un aniversario o respuesta inconclusa a un cuestionario que no tiene fin” (Pensamiento Crítico, nº 42, 1970) pp 36-40
(6) Ibídem.
Por Marcela Beltràn.
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